ALBERT EINSTEIN
Albert Einstein sigue siendo una figura mítica de
nuestro tiempo; más, incluso, de lo que llegó a serlo en vida, si se
tiene en cuenta que su imagen, en condición de póster y exhibiendo un
insólito gesto de burla, se ha visto elevada a la dignidad de icono
doméstico, junto a los ídolos de la canción y los astros de Hollywood.
Sin
embargo, no son su genio científico ni su talla humana los que mejor lo
explican como mito, sino, quizás, el cúmulo de paradojas que encierra
su propia biografía, acentuadas con la perspectiva histórica. Al
Einstein campeón del pacifismo se le recuerda aún como al «padre de la
bomba»; y todavía es corriente que se le atribuya la demostración del
principio de que «todo es relativo» a él, que luchó encarnizadamente
contra la posibilidad de que conocer la realidad significara jugar con
ella a la gallina ciega.
Albert Einstein nació en la
ciudad bávara de Ulm el 14 de marzo de 1879. Fue el hijo primogénito de
Hermann Einstein y de Pauline Koch, judíos ambos, cuyas familias
procedían de Suabia. Al siguiente año se trasladaron a Munich, en donde
el padre se estableció, junto con su hermano Jakob, como comerciante en
las novedades electrotécnicas de la época.
El pequeño
Albert fue un niño quieto y ensimismado, que tuvo un desarrollo
intelectual lento. El propio Einstein atribuyó a esa lentitud el hecho
de haber sido la única persona que elaborase una teoría como la de la
relatividad: «un adulto normal no se inquieta por los problemas que
plantean el espacio y el tiempo, pues considera que todo lo que hay que
saber al respecto lo conoce ya desde su primera infancia. Yo, por el
contrario, he tenido un desarrollo tan lento que no he empezado a
plantearme preguntas sobre el espacio y el tiempo hasta que he sido
mayor».
En 1894, las dificultades económicas hicieron que la
familia (aumentada desde 1881, por el nacimiento de una hija, Maya) se
trasladara a Milán; Einstein permaneció en Munich para terminar sus
estudios secundarios, reuniéndose con sus padres al año siguiente. En el
otoño de 1896, inició sus estudios superiores en la Eidgenossische
Technische Hochschule de Zurich, en donde fue alumno del matemático
Hermann Minkowski, quien posteriormente generalizó el formalismo
cuatridimensional introducido por las teorías de su antiguo alumno. El
23 de junio de 1902, empezó a prestar sus servicios en la Oficina
Confederal de la Propiedad Intelectual de Berna, donde trabajó hasta
1909. En 1903, contrajo matrimonio con Mileva Maric, antigua compañera
de estudios en Zurich, con quien tuvo dos hijos: Hans Albert y Eduard,
nacidos respectivamente en 1904 y en 1910. En 1919 se divorciaron, y
Einstein se casó de nuevo con su prima Elsa.
Durante 1905, publicó cinco trabajos en los Annalen der Physik:
el primero de ellos le valió el grado de doctor por la Universidad de
Zurich, y los cuatro restantes acabaron por imponer un cambio radical en
la imagen que la ciencia ofrece del universo. De éstos, el primero
proporcionaba una explicación teórica, en términos estadísticos, del
movimiento browniano, y el segundo daba una interpretación del efecto
fotoeléctrico basada en la hipótesis de que la luz está integrada por
cuantos individuales, más tarde denominados fotones; los dos trabajos
restantes sentaban las bases de la teoría restringida de la relatividad,
estableciendo la equivalencia entre la energía E de una cierta cantidad
de materia y su masa m, en términos de la famosa ecuación E = mc²,
donde c es la velocidad de la luz, que se supone constante.
Einstein con Elsa, su segunda esposa
El
esfuerzo de Einstein lo situó inmediatamente entre los más eminentes de
los físicos europeos, pero el reconocimiento público del verdadero
alcance de sus teorías tardó en llegar; el Premio Nobel de Física, que
se le concedió en 1921 lo fue exclusivamente «por sus trabajos sobre el
movimiento browniano y su interpretación del efecto fotoeléctrico». En
1909, inició su carrera de docente universitario en Zurich, pasando
luego a Praga y regresando de nuevo a Zurich en 1912 para ser profesor
del Politécnico, en donde había realizado sus estudios. En 1914 pasó a
Berlín como miembro de la Academia de Ciencias prusiana. El estallido de
la Primera Guerra Mundial le forzó a separarse de su familia, por
entonces de vacaciones en Suiza y que ya no volvió a reunirse con él.
Contra
el sentir generalizado de la comunidad académica berlinesa, Einstein se
manifestó por entonces abiertamente antibelicista, influido en sus
actitudes por las doctrinas pacifistas de Romain Rolland. En el plano
científico, su actividad se centró, entre 1914 y 1916, en el
perfeccionamiento de la teoría general de la relatividad, basada en el
postulado de que la gravedad no es una fuerza sino un campo creado por
la presencia de una masa en el continuum espacio-tiempo. La confirmación de sus previsiones llegó en 1919, al fotografiarse el eclipse solar del 29 de mayo; The Times
lo presentó como el nuevo Newton y su fama internacional creció,
forzándole a multiplicar sus conferencias de divulgación por todo el
mundo y popularizando su imagen de viajero de la tercera clase de
ferrocarril, con un estuche de violín bajo el brazo.
Durante
la siguiente década, Einstein concentró sus esfuerzos en hallar una
relación matemática entre el electromagnetismo y la atracción
gravitatoria, empeñado en avanzar hacia el que, para él, debía ser el
objetivo último de la física: descubrir las leyes comunes que,
supuestamente, habían de regir el comportamiento de todos los objetos
del universo, desde las partículas subatómicas hasta los cuerpos
estelares. Tal investigación, que ocupó el resto de su vida, resultó
infructuosa y acabó por acarrearle el extrañamiento respecto del resto
de la comunidad científica.
Einstein tocando el violín, una de sus aficiones favoritas
A
partir de 1933, con el acceso de Hitler al poder, su soledad se vio
agravada por la necesidad de renunciar a la ciudadanía alemana y
trasladarse a Estados Unidos, en donde pasó los últimos veinticinco años
de su vida en el Instituto de Estudios Superiores de Princeton, ciudad
en la que murió el 18 de abril de 1955.
Einstein dijo
una vez que la política poseía un valor pasajero, mientras que una
ecuación valía para toda la eternidad. En los últimos años de su vida,
la amargura por no hallar la fórmula que revelase el secreto de la
unidad del mundo hubo de acentuarse por la necesidad en que se sintió de
intervenir dramáticamente en la esfera de lo político. En 1939, a
instancias de los físicos Leo Szilard y Paul Wigner, y convencido de la
posibilidad de que los alemanes estuvieran en condiciones de fabricar
una bomba atómica, se dirigió al presidente Roosevelt instándole a
emprender un programa de investigación sobre la energía atómica.
Luego
de las explosiones de Hiroshima y Nagasaki, se unió a los científicos
que buscaban la manera de impedir el uso futuro de la bomba y propuso la
formación de un gobierno mundial a partir del embrión constituido por
las Naciones Unidas. Pero sus propuestas en pro de que la humanidad
evitara las amenazas de destrucción individual y colectiva, formuladas
en nombre de una singular amalgama de ciencia, religión y socialismo,
recibieron de los políticos un rechazo comparable a las críticas
respetuosas que suscitaron entre los científicos sus sucesivas versiones
de la idea de un campo unificado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario